domingo, 1 de enero de 2012

Prensa


EL PREJUICIO ES LO QUE ENGAÑA NO LAS APARIENCIAS


Por: Alejandro Laborie Elías


Reza el refrán que las apariencias engañan, sin embargo para el dramaturgo Octavio Salazar Villava, al menos para uno de sus personajes de la obra Los extraños hábitos de Don Antonio, son los prejuicios los que nos llevan a ver o escuchar lo que no es, de acuerdo a nuestra conveniencia, ideología, religión, educación o lo que se quiera.


El autor presenta una historia, ubicada a principios del siglo XIX -1803-1808-, que inicia con una mujer frente a un sacerdote que es cuestionada sobre el hecho de llevar un buen tiempo casada sin haber tenido descendencia, argumentando que lo natural, la obligación y el objetivo del matrimonio es la procreación, su falta de cumplimiento es un sacrilegio.


Ideas en apariencia arcaicas, pero que desgraciadamente continúan vigentes en la mentalidad de algunos sectores de la sociedad contemporánea. Lo interesante del texto, es que a medida que transcurre la confesión, queda al descubierto que Don Antonio, cónyugue de la susodicha, no es hombre sino mujer, lo que escandaliza aún más al sacerdote. Todo esto desencadenara una disertación de carácter teológico y filosófico, más si se toma en cuenta la época en que transcurre la historia, con la Santa Inquisición en pleno uso o abuso de sus facultades.


Queda claro que el fraile pasa de la confesión a la indagación, olvida que escuchar al otro es un acto sublime del amor, condenar por un prejuicio es más inmoral que lo que se le atribuye al prójimo, bajo la excusa de que se hace en nombre de Dios; querer ver a una mujer inexistente a través de una religión imaginaria. Temática por demás atractiva que provoca la polémica entre el respetable.


Octavio asume la dirección de su texto, con el mínimo de elementos escenográficos y un vestuario híbrido, no de época sólo sugerente. Un espacio prácticamente dividido en dos partes, una donde dialogan el cura y la esposa, otro donde ésta y su amado (a) analizan la situación a la que se enfrentarán. La dirección es acertada, pulcra y deja que las ideas fluyan a través de los personajes; no hay mayores pretensiones que discernir sobre los valores morales de quienes representan a la Iglesia.

El elenco lo componen Brisa Rossel (Don Antonio), Marina Michel (Sra. N) y Marco Vinicio Estrello (sacerdote), quienes realizan un excelente trabajo; los textos son nítidos bajo sus interpretaciones, más cuando hay fragmentos en prosa versificada. Tres estados de ánimo, tres visiones sobre el tema, tres caracterizaciones, sin embargo una unidad.


Los extraños hábitos de Don Antonio tuvo un preestreno en el teatro de la Lotería Nacional, de la Ciudad de México, y está programada una temporada en el teatro Hipódromo Condesa en el mes de junio.

A partir de este preestreno, queda claro que el dramaturgo-director deberá esforzarse por una mejor producción, en particular de vestuario y escenografía, porque una cosa es la sencillez y otra la simplicidad, el texto y el trabajo actoral merecen mejor destino en estos aspectos.


Mayo 2012

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